No son los primeros ni los únicos, son los míos

Era viernes y en la tele reponían Los Diez Mandamientos. Era Semana Santa. Y el jueves santo perdí dos primos. Dos. Uno, por la mañana. Otro, doce horas después, por la noche. Y yo me quedé sin palabras. Con uno me crie. Era como un hermano. El hermano de quien es mi hermana de alma. El otro se ganó su condición de familia por matrimonio, pero sobre todo se la ganó por lo buena y gran persona que era.

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