Concha Baringo es astróloga. Ha sido muchas otras cosas, pero actualmente es astróloga y hace de esta disciplina una materia a enseñar para entender tus caminos de vida. Si buscas en la astrología predicción y una interpretación de por qué las cosas que te ocurren te están pasando y cómo transitar por ellas, es una voz sabia y muy indicada que te va a ayudar. Aquí la tienes no sólo por lo que es, sino por cómo ha llegado hasta lo que es y por cómo lo es. Tras Concha hay mucha historia.

Acude a la entrevista elegante, con presencia imponente. Cuando la veo pienso en un león. Pero no por feroz, sino porque emana respeto, autoridad y seguridad. Como si hubiera asimilado -quizás sea así- bastos conocimientos y experiencias de otras vidas, Concha Baringo (Sitges, Barcelona, 25 de diciembre de 1941) es una persona con un potencial extraordinario. Escuchando el relato de su vida una se sorprende del tono sosegado que tiene, de la facilidad con la que parece que hace las cosas que, a mí, por ejemplo, me parecen difíciles y duras. “Sólo sigo el camino”. En esa vía de vida la astrología siempre ha estado presente. Primero, como una afición, posteriormente como un modo de vida y de vivir. La astrología de Concha Baringo no es la de las revistas ni la que aparece en muchos programas de televisión o radio; es la del cálculo, la del estudio profundo, la heredera de un saber ancestral que ella enseña porque es una manera de entender el universo, lo que nos rodea y nuestra posición en todo ese escenario. Ahora, también, escribe su saber como si de un legado se tratara, para transmitirlo de una forma sencilla y clara.
¿Quién es Concha Baringo?
En este momento soy una astróloga. Como cualquier otra persona, he tenido mi vida profesional, pero ahora estoy jubilada y me dedico a la astrología, que ha sido mi pasión. Yo la astrología la había empleado como herramienta en mi trabajo, porque era consultora de actividades turísticas. Acudía a los hoteles a auditar la calidad, a hacer selección de personal y empleaba la astrología para encontrar la persona idónea. Me fue muy útil, porque como consultora debía garantizar que la selección que había hecho era la adecuada, aunque yo tuviera su CV, necesitaba más. Con la astrología yo veía la totalidad de la persona.
¿Y funcionaba realmente?
Lo clavaba. Los directores de los hoteles me preguntaban: “Pero, Concha, ¿Cómo haces selecciones tan exactas? ¡Qué bien nos ha ido esta persona que has elegido!”. Y yo les decía: “porque me fijo mucho y porque tengo mucha experiencia”. Nunca dije que utilizaba la astrología, porque tiene mala prensa, porque entonces hubiera parecido que hacía brujería, cosa que no está nada más lejos de esta disciplina, la astrología es el lenguaje del universo, y lo que me ha aportado a mí y espero que también a los demás es entendimiento.
¿Qué tipo de entendimiento?
Cuando empiezas a escarbar en estos temas, te das cuenta de que hay leyes universales que se cumplen tanto en el plano físico, como en el mental y en el espiritual.
¿Cómo llegó hasta la astrología?
Yo siempre había hablado de estos temas con mi hermano porque siempre me habían atraído y a él, como buen piscis, le encantaba la astrología. Pero entonces era una simple afición, hasta que un compañero con el que trabajaba me habló de un congreso sobre astrología que iba a realizarse en el Palacio de la Virreina, en Barcelona. El tema sobre el que versaba era la entrada de Urano en Capricornio. Aquello me interesó. Yo, entonces, no tenía ni idea de qué ascendente tenía y no conocía a nadie de aquel mundo, pero allí que fui. A cada ponencia que asistía, más se me abrían los ojos. Estaba sorprendida de todo lo que podía aprenderse y saberse. No entendía por qué la gente no se metía a estudiar todo aquello. Me impactó. Estando allí escuché hablar a una mujer que me gustó mucho y contacté con ella para solicitarle recomendaciones sobre libros para leer, necesitaba saber más. Ella me preguntó qué ascendente tenía, pero yo no le pude contestar, no tenía ni idea. Vio que estaba sola y me introdujo en su grupo, que estaba integrado por personas de alto nivel profesional y con mucha sabiduría: peritografólogas, astrólogas… Cuando el congreso acabó, yo me fui decidida a estudiar. No podía hacerlo en una escuela, imposible, tenía varios trabajos y no disponía de tiempo para asistir a clase, así que empecé a leer libros sin parar y a estudiar. Soy autodidacta, pero también he de decir que tengo una sensibilidad especial para la astrología. Hay cosas que las sé y no tengo ni idea de cómo las he aprendido. También tengo nociones de medicina, que no sé por qué las sé, pero las sé…
¿Cuándo decidió hacer pedagogía de la astrología?
Cuando me jubilé, como necesitaba actividad, mi hermana me aconsejó que me dedicara a la astrología. Yo no veía aquello viable, porque no quería realizar únicamente predicciones, que también las hago, por supuesto. Yo, lo que sobre todo deseaba, era enseñar las bases y el camino de la astrología, hacia dónde se dirigen las personas, por qué estaban pasando por las experiencias por las que transitaban, porque nada es gratuito. Y ella me dijo: ¡Pues hazlo! Y probé. Hice un cartel anunciando mis clases de astrología y lo pegué en tiendas y farolas. En una semana ya tenía completo el aforo para el curso de astrología… Y a partir de ahí empecé a enseñar.
Y hasta ahora…
He ido evolucionando con mis alumnos. Llegué con mi conocimiento y con mucha experiencia en cuanto a formación y en métodos de aprendizaje fácil, que ilusionen, que motiven. La enseñanza tiene que estar casi masticada, para que a la persona le entre con suavidad y le encuentre el gusto. He estado dando clases, y ahora, también, estoy procurando que de ese conocimiento quede constancia. Es por ello por lo que he empezado a escribir.
Dice que los astros nos definen. ¿Qué hay del factor ambiental?
Viene en la carta natal y por cómo están colocados los astros en tu momento de nacimiento. Es muy curioso, por ejemplo, que en mi carta aparezca que yo, desde poco después de mi nacimiento, casi no vivo con mis padres. A los tres años yo ya estaba interna en un colegio, pero me encontraba muy bien, porque sabía que mis padres me adoraban y siempre he estado excesivamente mimada. Si estaba interna era porque estaba enferma, no porque no me quisieran con ellos. Las monjas también me cuidaban mucho y podía hacer una cosa muy importante para mí: ser yo.
Genio y figura…
Yo, a los tres años, ya sabía lo que quería. A mí me gusta levantarme por la mañana y pensar: ¿qué hago hoy? Por eso, cuando a mí me contrataban, en lugar de ponerme contenta, que es lo que le pasa a todo el mundo, yo me disgustaba porque durante ocho horas no podía ser yo. Y eso está en mi carta. Tiene una serie de connotaciones que explican todo eso. Yo ya he entrado en sitios ocupando escalafones muy bajos, y sin problema alguno, pero en cuanto me han visto trabajar, me han aumentado la categoría porque han sabido que podía encajar en lugares de responsabilidad. Yo no hacía falta que dijera nada, la gente lo veía, lo notaba.
Entonces, ¿quiere decir que el lenguaje del universo, la astrología, lo marca todo?
En tu carta de nacimiento está todo. Está tu ADN, que son tus padres.
Hay algo que me lleva por el camino de la amargura, que es la hora de nacimiento. Ahora es más serio, porque la escribe el médico que te ayuda a nacer. Mi ejemplo es muy claro. Yo nací el día de Navidad, y mi madre siempre me había dicho que había nacido a las 12 de la noche, ¡porque no iba a ser menos que el niño Jesús!, pero cuando yo fui a buscar mi partida de nacimiento literal allí ponía otra hora…
En el cielo hay un camino, como si fuera una carretera, por donde pasan todos los planetas -menos Plutón, que entra y sale-, que rigen los signos del zodíaco. Ese camino, y cómo van alineándose los planetas, configura el horóscopo de cada persona. La astrología es una interpretación de la posición de los planetas en los signos. La lectura de todas esas variables es lo difícil en este ámbito.
La carta astral natal se realiza con los datos de nacimiento: fecha, lugar y hora. Se analiza la posición de los planetas en esa franja de tiempo. Y luego están las revoluciones solares, que son los análisis de cómo vas a estar durante un año: de cumpleaños a cumpleaños. Una carta natal tiene muchísima información, porque no sólo sales tú, también salen tus padres, tus hermanos, los hijos de tus hermanos… Ahí sale todo el mundo, tus trabajos, todo… Hay muchísima información. Las revoluciones solares abren foco y concretan. Es como si tuvieras un mapa de España y quisieras ver un pueblecito de algún lugar de la geografía del país, deberías ampliar y ampliar el mapa para poderlo ver. Las revoluciones solares son esas ampliaciones.
Una carta natal, entonces, viene a ser como un carné de identidad
Totalmente. A nadie se le ocurriría meter un pez en una jaula ni a un pájaro dentro del mar, en ambos casos se van a morir, sin embargo, con las personas, lo hacemos. No somos coherentes. De ahí que sea tan importante tu carta natal, a través de la cual conoces qué tipo de persona eres y tus potenciales, para que los puedas emplear y aprovechar. Y, por supuesto, también es muy importante saber a qué elemento perteneces por tu ascendente o por tu signo.
Sería algo que evitaría errores…
Ya desde pequeños deberíamos tener toda esa información. Debería estudiarse en las escuelas. En primer lugar, hay que saber que somos diferentes. Quien no tiene A, tiene B o tiene A y C. ¡Vamos a potenciar lo que tenemos y a aprender lo que no tenemos! Y todos estamos en ese camino. Todo es ying-yang. Todo es cero y uno. Todo es activo/pasivo, día/noche, positivo/negativo, femenino/masculino, par/impar… ¡Todo es lo mismo! Y cuando empiezas a ver que todo es lo mismo, empiezas a ver las cosas de manera diferente. El más activo de todos los signos es Aries, que es el inicio, y le sigue el más pasivo de todos los signos, que es Tauro…
Venimos vacíos. Yo no he visto nunca un niño que salga vestido. ¿Qué llevas en el bolso? Lo que hayas metido, porque el bolso lo has comprado vacío. Los que crean en otras vidas pensarán que llevas cosas de otras vidas. Un bebé que nace desnudo va a ir vistiendo lo que yo le ponga: lo que le enseñe, si le he mostrado límites o no, el colegio al que le lleve, su entorno…
¿Conoce algún lugar donde se imparta esta materia en las escuelas o se trabaje con las cartas astrales de los niños?
En España no. Sí tengo noticias de Alemania, pero en general es un conocimiento que no interesa. Los estándares sociales siempre han sido generalistas, no han querido gente con personalidad, sólo interesa tu capacidad económica, no el tipo de persona que eres. La astrología potencia el individualismo y la tolerancia con los demás, porque cuando tú conoces tus características, entras en un conocimiento de respeto hacia el otro; entiendes que el otro es diferente.
¿Entonces, cuando alguien se enroca en un problema y no sale de ahí, es porque se empeña en no reconocer ese camino?
No es que no reconozca el camino, simplemente esa persona tiene que admitir que no sabe y aprender. El 90% de las personas no sabe ni su ascendente ni se ha hecho una carta natal. No sabe su propósito de vida. Esto es el gran teatro del mundo. En tu carta natal aparece el personaje con el que has venido a este mundo. Tú debes hacer ese personaje, pero a veces nos cuesta evolucionar y por ello no aprendemos y se nos repiten las situaciones. Es como cuando estás estudiando una asignatura y la suspendes, y la vuelves a suspender porque no la aprendes. Cuando la aprendes, la piedra en el zapato desaparece.
No es que tú no puedas hacer lo que quieras, que es lo que muchas personas no entienden, sino que debes hacer lo que te toca. Si yo he venido aquí a hacer astrología, lo que no puedo hacer es pintar cuadros, porque no es lo mío. Por lo tanto, lo primero que tengo que hacer es saber hacia dónde voy y qué papel tengo. Después, hay que desprenderse del ego y ponerse en el papel. ¡Tenemos muchos papeles! No soy yo, es mi papel: de madre, de hija, de profesional determinado… Hay que simplificar y despojarse del “yo, yo, yo”. Todos venimos con un papel y lo tenemos que vivir. Hazlo con los cinco sentidos y pon la carne en el asador mientras lo hagas.
Si deseas entrar en contacto con Concha Baringo, puedes llamarla al 630969533
Las Astrolitas. Haciendo fácil lo difícil
Concha Baringo ha escrito un libro: Inicio a la Astrología. El Signo y el Ascendente. Las Astrolitas, 144 Prototipos base Femeninos. Es una explicación iniciática de esta disciplina y lo ha querido hacer muy gráfico y pedagógico, tal y como ella imparte la astrología. Autoeditado, está promoviendo su publicación. Actualmente puede adquirirse en dos librerías de Barcelona: Escribà (Sant Just Desvern) y en Epsilon, librería especializada en astrología.

Las Astrolitas son unas muñecas a las que puedes vestir con un traje u otro. Son como aquellas muñecas de papel, recortables, a las que ponías ropas que prendías al modelo con unas pestañas. “Es para que, a través de la manipulación puedas ver que si cambias algo, lo haces diferente. La cabeza significa el signo, el vestido es el ascendente.”
“En ese camino por enseñar de una manera fácil, he empezado por lo más sencillo: el signo y el ascendente. El signo es el motor y el ascendente es la carrocería. En eso hay mucho desconocimiento y confusión, porque la mayoría de las personas creen que lo que ven de una persona es su signo, y no es así, es la carrocería, es decir, el ascendente. Como en un coche, el motor -el signo- hace andar a la carrocería. De motores hay de muchos tipos: potentes, medios, flojos. Y en ocasiones ves a personas con una gran presencia pero que empiezan a hablar y se te caen a los pies: son grandes carrocerías con motores de poquísima cilindrada…”.
El libro, a partir de doce signos y doce ascendentes, muestra 144 prototipos base. “Si estuviéramos hablando de animales diríamos: éste es perro, éste es gato, éste jirafa… Pero luego hay clases de perros, de gatos, de girafas…, que viven en diferentes ambientes, que tienen diferentes caracteres… Y todo eso se explica por cómo están colocados sus astros en sus cartas”.
Concha tiene en proyecto otro libro en el que hablará sobre los planetas y los decanatos de cada signo, que sería un siguiente peldaño en el aprendizaje de la astrología.
De estar en casa, servida, a servir. Su historia
La vida laboral de Concha Baringo, como mujer independiente, comenzó a sus 40 años. A esa edad se separó de su marido y se reinventó. Para ello, en primer lugar, se puso a estudiar. En su infancia y hasta bachillerato había estado internada en una escuela por temas de salud. Mujer de ciencias, su dislexia le impedía retener y brillar en las áreas de lenguas de esa formación de entonces, que se basaba, casi exclusivamente, en el aprendizaje memorístico. Al finalizar bachillerato le suspendieron en literatura, teniendo sobresalientes en las áreas de ciencias y matemáticas. Ella, que deseaba dedicarse a las ciencias, vio truncada su carrera como estudiante, porque no obtuvo el título del bachillerato ni tampoco la empatía de la dirección de la escuela, que no cedió ni le concedió el aprobado. Rebelde ante aquellos hechos que no lograba entender, decidió abandonar los estudios y empezó a trabajar con su padre, que era recaudador de contribuciones y podía ofrecerle un puesto. Se casó, tuvo cuatro hijos y ejerció como ama de casa. Antes de su separación, a través de la Universidad Nacional de Estudios a Distancia (UNED,) obtuvo el título de Bachillerato Superior. Ella fue la única que aprobó ese año en la sede de Soria en materia de ciencias. Obtuvo el acceso a la universidad e inició los estudios de Ciencias Económicas. A partir de ahí, “por casualidad, porque a mí todo me pasa por casualidad, que digo yo que no será casualidad”, dice Concha, una amiga le brindó la oportunidad de acompañarla al Parador de Toledo. Su amiga estaba trabajando en el Parador de Soria y estudiaba con ella. Concha la acompañó. El director del Parador de Toledo las invitó a cenar y en aquel encuentro le ofreció trabajo viendo sus aptitudes. Era el momento en que estaba decidida a separarse, así que tomó aquel ofrecimiento porque también necesitaba trabajar, pero antes quiso formarse en el sector. “Yo ya tenía una idea de cómo funcionaba un hotel, porque la casa de mis padres era lo más parecido a un negocio de hostelería. En casa teníamos ocho habitaciones, en dos plantas, un terreno alrededor con huerta y las tareas estaban distribuidas. La cocina la llevaba una tía, con personal de ayuda, otra tía llevaba los dos pisos y después estaba mi madre, que era la que dirigía todo. Al surgir la oportunidad que me brindaron en el Parador creí que podría salir adelante porque ya tenía una experiencia en tales lides. Así que dejé la carrera de Económicas, de la que había hecho dos cursos, y me fui a estudiar hostelería. Cuando salí, me fui directa al Parador de Toledo, me cogieron y allí estuve trabajando tres años”. Aquello fue una escuela absoluta, tanto de formación como experiencial. Cuando Concha explica todos esos cambios, que los hizo también con sus hijos, lo hace como si hubiera sido algo sencillo. Le pregunto si no fue una experiencia dura: “Yo soy muy dura, porque soy capricornio, pero mi vida no me ha parecido dura. Sí que ha habido momentos especiales, con grandes cambios, pero yo disfruto con ellos, les saco la mejor cara”, comenta. Y así fue como pasó de estar en casa, servida, a servir, “pero yo estaba encantada”. Aquellos tres años fueron muy provechosos, porque obtuvo el título de camarera, de gobernanta, de camarero y de maître, aprendió mucho trabajando y pudo ganarse la vida tras su separación. Tras aquella experiencia vendrían otras oportunidades laborales, hasta que empezó como consultora de calidad en el sector de la hostelería en el año 92 y también ejerció de profesora en la Escuela de Hostelería de Barcelona.
Una joya
Concha Baringo, inquieta y emprendedora, también ha lanzado otro proyecto que está ahí y va haciendo su camino: Astromedal, unas medallas de oro y/o plata diseñadas en exclusiva para cada persona interesada, con los aspectos de su carta natal poenciando los planetas con piedras preciosas, de talla diamante, de gran pureza. “Es como llevar tu carné pegado a ti, como si a tu carta natal le hicieras acupuntura reforzando tus planetas con la energía de las piedras”. Las medallas están creadas por Concha y realizadas por una joyera, Elisa Martínez, y se venden sin intermediarios, a través de la web: http://astromedal.com
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