Osman Umar no entiende el éxito como se entiende en el mundo capitalista. Él, que dejó Ghana para lanzarse a un viaje de cuatro años entre mafias, desiertos y cadáveres, no quiere ir por esos derroteros. Para él, tener éxito es conseguir la libertad, una libertad a fuerza de educación y de fomentar los recursos propios de cada población, exenta del paternalismo que ha querido ejercer siempre el mundo occidental para su propio beneficio. La mirada respetuosa sobre el continente africano es urgente. Aquí tienes un resumen de la conversación que mantuvieron por Instagram Óscar Esteban educador social y escritor, Lorca, tu nombre bajo el agua (Chiado, 2019), con Ousman Umar, activista social y también escritor, Viaje al país de los blancos (Plaza & Janés, 2019).

“Un día vi pasar un avión. Los ancianos me dijeron que los construían y los pilotaban los blancos, que eran dioses, y entonces quise ser piloto, ingeniero… Cualquier cosa antes que negro”. Ousman Umar es ghanés. A los 13 años inició un viaje hacia lo que él pensaba que era el paraíso, el mundo de los blancos, pero transitó por numerosos infiernos. Esos que crea el humano arañando la dignidad de los otros, esos que la brutalidad más insospechada del hombre fomenta para obtener dinero a costa de los otros. Esos que existen en la tierra, no en el averno imaginario.
Ha recogido su experiencia en su libro, Viaje al país de los blancos(Plaza & Janés, 2019).Le costó mucho escribirlo, porque de nuevo fue una bajada a los infiernos, pero al fin vio la luz.
Los CIE
Tras ese periplo por los infiernos de la tierra que sólo el hombre es capaz de crear, llegó al Centro de Internamiento de Extranjeros (CIE) de Fuerteventura, cuatro años después de haber iniciado su largo y exhausto viaje hacia Europa.
“Cuando un africano como yo, que ha pasado meses medio muerto por el desierto, llegar a un CIE es como llegar a un hotel de cinco estrellas. Ésa fue mi primera impresión, imagínate… Tras tanto tiempo sin poder asearte, sin poder comer ni beber agua, tras cruzar el mar y ver tanta gente muriendo a tu lado…”
“Posteriormente pasas las horas haciendo trabajos que te mandan. Estuve en el CIE de Fuerteventura 33 días y cada día cambiaban los guardias. Unos eran buenos, te dejaban jugar a futbol. Otros te pegaban. Había una mujer guardia que daba miedo. No por su tamaño, no era grande, era por los porrazos que te daba…”
“Un CIE es como una sala de espera, sin proyecto educacional ni social”, prosigue Ousman. “Cada día era como una semana. Pasaban tantas cosas… Cada dos o tres días nos metían en una habitación oscura. Oías voces, sentías frío terrible, calor… Te preguntaban de dónde eres, quién eres… Había quien salía con la cara morada… Y eso pasaba cada dos por tres”.

Su llegada a Barcelona
Del CIE de Fuerteventura Ousman Umar pasó a Málaga y de ahí le enviaron a Barcelona. “Quiero ir a Barca, decía yo. Sólo conocía dos palabras: Spain y Barça, que pronunciaba Barca, por el fútbol”.
Lo dejaron en Barcelona el 24 de febrero, con 17 años, sin absolutamente nada. “Me habían hecho la prueba de las muñecas y determinaron que por el tamaño de mis huesos tenía esa edad. De donde yo vengo no tiene importancia el año o el mes en el que naces, sí el día. Yo sé que nací un martes, pero no sabía de qué año».
«En Barcelona viví comiendo de las basuras. En la calle. Nadie te mira a la cara. Es peor que el desierto. La soledad de una gran ciudad como Barcelona es horrible…»
«Hasta que vi a Montse, un día caminando por la zona de la Meridiana, en Barcelona. Son cosas de la vida, ni ella ni yo íbamos por allí. Me dirigí a ella, no nos entendíamos, pero la vi y sentí la necesidad de hablar con ella. Le pregunté por la Cruz Roja. Ella iba a ver el despacho de su hijo. Se detuvo. Aquello fue un milagro. No pensó que fuera a robarle. No vio en mí más que a una persona. Como no me entendía, llamó a su marido para que hablara con él, que hablaba inglés. Le dije que quería ir a la Cruz Roja. Luego ella me invitó a desayunar, me acompañó al metro, me dijo cómo tenía que llegar a la organización y me dio su teléfono».
«Posteriormente la llamé y me acabaron acogiendo. Fue mi ángel de la guarda”, comenta Ousman a Óscar Esteban.
Para qué
“Hay gente buena, aunque la mala haga más ruido. Montse es mi familia, mi madre, aunque llevamos sólo 15 años juntos parece que sea mi familia de toda la vida, que nací con ellos».
«La primera noche que dormí en casa de mis padres de acogida, después de casi dos meses de no poderme duchar y de vivir en la calle, Montse me dio un beso y me dejó dormir. Entonces lloré mucho. Empecé a preguntarme “¿por qué yo?”, hasta que vi que la pregunta que me estaba haciendo era incorrecta, que la correcta era “¿para qué?”. Para dar voz a quienes no la tienen y para que nadie vuelva a caer en las trampas mortales de las mafias. De ahí la creación de la asociación “NASCO Feeding Minds”.
«La idea nació aquella primera noche que dormí en casa de mis padres. Convencí a mi hermano para que no vendiera las cabras que quería vender para poder venir, sino que lo hiciera para poder estudiar. Y lo hizo. Estudió ciencias políticas. Ha sido el candidato más joven en llegar al parlamento de Ghana. Mi intención no era que fuera político, yo sólo quería que estudiara para alimentar su mente”.
El camino que hizo Ousman y que tardó cuatro años en recorrer lo pudo hacer posteriormente su hermano en cinco horas. Viajó en avión…
Fomentar la educación in situ
“Lo que hay que hacer es fomentar la educación local para que las personas tengan allí oportunidades, facilitar el acceso a la educación es el camino a la libertad de las personas. La libertad depende de tu grado de formación e información. Nadie nos ha apoyado hasta ahora, pero cambié mi forma de ver la situación. Descubrí que cada uno de nosotros somos los presidentes de nuestro mundo, y cada uno tiene su propia responsabilidad. Hay que asumirla y ponerse en acción. Desde lo propio, hacia lo global”.
“El cambio debe surgir de dentro. Nunca voy a venir a tu casa a decirte cómo tienes que hacer las cosas. En África han venido a “ayudar” para que hagamos las cosas a la manera que han querido quienes han aportado el dinero. Si me das dinero, te diré que sí, que lo haré como tú deseas… Hasta que te vayas. Para vivir en África el blanco necesita cuatro vacunas, yo no llevo ninguna. ¿Me vas a enseñar cómo debo vivir allí?»
«Es nuestro deber y responsabilidad conocer la realidad del otro. El cambio depende de cada uno de nosotros».
Actualmente, NASCO Feeding Minds ha conseguido que más de 15.000 niños y niñas estén estudiando, y lo ha logrado sin subvenciones. “Todo ha sido posible gracias a las donaciones de personas y del dinero que han puesto muchas personas, yo también. Que nadie crea que ha venido el negro ha llevarse el dinero de las subvenciones”.
Miradas equivocadas
“En África pensamos que Europa es el paraíso, que los blancos son mejores. Aquí se piensa que África es un continente sumido en la incivilización. Si queremos entender qué es realmente África tenemos muchas herramientas para hacerlo y tenemos que desmontar esas opiniones».
«Hubo la colonización donde occidente mandaba, ahora estamos en la postcolonización y expoliación, pero hay muchas cosas además de los tópicos. El 65% de los recursos naturales viene de África y el continente tiene la población con la edad media más joven. Europa es vieja. África tiene juventud, fuerza, ilusión».
«Hay que empezar a ver a África con otra mirada, no con pena ni con caridad. Es el segundo continente más grande del mundo y cada país es diferente. Sin embargo, un estudio ha demostrado que los africanos somos más pobres que hace 50 años. Algo estamos haciendo mal».
Proyectos futuros
«Mi sueño actual son las aulas informáticas. Ya hay más de 23 escuelas y este año abriremos tres más y probablemente lleguemos a las 30. Después de estar en funcionamiento ocho años, tenemos gente capaz de programar. Estamos creando una empresa social que acogerá los más talentosos, para que tengan una herramienta con la que desarrollarse en su casa, con un sueldo digno y viviendo en su país. Los beneficios de la empresa estarán destinados a abrir nuevas aulas».
Dos carreras y un máster
«En segundo de bachillerato, cuando entré en el laboratorio y el profesor hablaba de los procesos químicos, etc, yo le dije: “no me engañes, ya me han engañado bastante. En Ghana, cuando me dolía la cabeza, mi padre montaba un tinglado enorme, no me digas que con una pastillita voy a librarme de ese dolor de cabeza”.
«Mi profesor me dijo que si quería saber si era la química o la magia negra lo que funcionaba, que estudiara una carrera de ciencias como farmacia, por ejemplo. Empecé Física y química, pero la universidad pública no te da flexibilidad para trabajar y estudiar a la vez, En el segundo curso empecé a tener problemas para poder compaginar las clases con el trabajo que tenía y que necesitaba para pagarme los estudios y sostenerme. Aunque mi familia me ha dado todo el amor del mundo y me ha ayudado mucho, yo tenía que trabajar para pagarme los gastos. Así que tuve que cambiar de carrera. Finalmente hice Administración de Empresas y Relaciones Públicas y Marketing, además de un máster en Cooperación Internacional».
“¿Mi conclusión tras todas mis experiencias? El éxito es una acumulación de fracasos sin perder la ilusión. Yo he fracasado muchísimas veces, pero también he persistido.”
OUSMAN UMAR
Excelentes apuestas para el Día del Libro

El Libro de Ousman Umar que recoge toda su experiencia: Viaje al país de los blancos(Plaza & Janés, 2019) sin duda puede ser una excelente opción para el próximo Día del Libro, el 23 de abril.

También lo es el de Óscar Esteban, Lorca, tu nombre bajo el agua(Chiado, 2019). Puedes leer una entrevista realizada recientemente con el escritor sobre este libro aquí.
Y aquí puedes escuchar un fragmento del libro de Ousman leído por él mismo:
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